viernes, 27 de febrero de 2009

EDVARD MUNCH

MUNCH, EDVARD (1863-1944)

Considerado como el padre del expresionismo. Su estancia en Alemania desde 1892 hasta 1908 nos explica sobre su influencia en El Puente.
Vivió angustiado, tuvo problemas psíquicos y estos sentimientos son los que volcará en su pintura.
En él la expresión surge como resultado de su vida atormenada. Siente predilección por la figura humana y las relaciones personales. Le obsesiona la impotencia del ser humano ante la muerte y la identifica con la mujer. Tiene una visión negativa de la vida, de la indefensión, de la soledad humana y del sexo.

Pocos artistas como Munch ofrecen una relación tan estrecha entre vida y obra: los avatares personales ejercerán una influencia decisiva en la orientación de su actividad artística.
Cuando aún o ha cumplido los cinco años, su madre muere víctima de la tuberculosis. Se inicia de esta forma tan temprana una relación con la muerte que habría de obsesionar al pintor durante toda su vida, pues nueve años más tarde fallecería, a causa de esta misma enfermedad, su hermana Sophie, apenas dos años mayor que él. En un entorno que el artista definió como un lugar "opresivo y triste" transcurre su infancia.
Munch estuvo enfermo con frecuencia. Enfermedad, muerte y dolor son motivos frecuentes en su obra.

La niña enferma (1885, National Gallery, Oslo)
Existe una versión posterior de 1907 en la Tate Gallery, London.

En su primera obra maestra, Munch rememora, nueve años más tarde, la muerte de su hermana Sopie, cuando el artista tenía trece años.

Atardecer en el Paseo Karl Johan (1892-, Rasmus Meyers, Bergen)


El grito (1893- National Gallery, Oslo)
El grito es la expresión de su miedo personal, pero en este cuadro Munch logra expresar el desfallecimiento del hombre ante una realidad cada vez más compleja y confusa.
Munch describió así la experiencia que lo llevó a pintar esta obra: "Caminaba yo con dos amigos por la carretera, entonces se puso el sol; de repente el cielo se volvió rojo como la sangre. Me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado, lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo negro azulado. Mis amigos siguieron caminando, mientras yo me quedaba atrás temblando de miedo, y sentí el grito enorme, infinito, de la naturaleza".

Madonna (1893- National Gallery, Oslo)


Pubertad (1894-National Gallery, Oslo)

El baile de la vida (1899, National Gallery, Oslo)

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