sábado, 17 de enero de 2009

ROCOCÓ

Estilo característico del siglo XVIII europeo, que sucedió al barroco y precedió al neoclásico. El término procede del francés Rocaille, que designaba en el siglo XVII la decoración de las grutas y jardines renacentistas a base de conchas. El Rococó floreció principalmente en Francia, en un principio junto con el barroco, hasta que adquirió un lenguaje propio que se difundió por toda Europa. Mientras la arquitectura conservaba su rigidez de origen clásico, los elementos decorativos del rococó aportaron fantasía y elegancia a las construcciones, pero fue sobretodo en los interiores donde la decoración rococó consiguió los mayores logros.

 ARQUITECTURA: Los adornos que, representando falsas rocas, adheríanse a la arquitectura de las grutas y las cascadas, llamados rocallas, fueron el principal elemento nuevo, introducido para sustituir el rígido sistema de los órdenes clásicos, para evocar en la arquitectura el frescor y la alegría de lo primitivo y lo campestre. Los palacios son los primeros en adoptar como elementos básicos caprichosos recuadros, columnas esculpidas, conchas, etc.  

ESCULTURA: Alemania acogió el rococó con tal entusiasmo que le fue difícil desprenderse de él . Un gran escultor del siglo rococó fue Andrea Schluter, autor de la efigie ecuestre del elector Federico Guillermo, en la cual puede observarse como el movimiento de masas y líneas, que en el tiempo barroco afectaba solamente a la concepción del conjunto, en el siglo XVIII fue utilizada como un detalle para dar vida a cada pormenor de los cuerpos.

 PINTURA: El carácter de la época rococó, enamorada de la intimidad, favoreció en pintura, lo mismo que en la escultura, el cultivo del retratismo. Este hubiese carecido de gracia sin el realismo, y por tanto, se inspiró en la pintura holandesa y flamenca, especialmente en Van Dyck. El cliente ya no es el Rey, con las grandes necesidades decorativas de un palacio, sino que se halla entre los nobles y burgueses adinerados a los que ha dejado de interesar las composiciones históricas y mitológicas, aunque a menudo, se complacen todavía en hacerse retratar caracterizados como personajes de fábula. 


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