lunes, 26 de enero de 2009

Torre de Babel


Pieter Brueghel el Viejo (1563, Museo de Historia del Arte, Viena)

Existía en Babilonia una construcción de varios pisos, llamada zigurat, de origen desconocido y restaurada en tiempos de Nabopolasar (625 a.C-605 a.C.), fundador de la dinastía caldea. Esta construcción se llamaba Etmenanki: la mansión de lo alto entre el cielo y la tierra. Una inscripción de los tiempos de Nabolopasar señala: Marduk, el gran Dios de Babilonia, me ha ordenado colocar sólidamente las bases de la Etmananki hasta alcanzar el mundo subterráneo y hacer de este modo que su cúspide llegue al cielo. Otra inscripción de los tiempos de Nabucodonosor precisa que la decoración de la cúspide estaba hecha de ladrillos de esmalte azul brillante. Los babilonios parecen haberla hecho para asegurar la armonía entre el cielo y la tierra, para asegurar el vinculo entre el mundo de los dioses y el de los hombres.
Construida con esfuerzo, a lo largo de muchos reinados, sobrevivió poco tiempo. Babilonia cayó en el año 539 a.C. bajo la dominació persa y se rebeló en el año 482 a.C. Jerjes la puso nuevamente bajo su autoridad y tomó represalias que causaron serios daños al monumento. En el año 331 a.C. Alejandro el Grande estableció su capital en Babilonia, y cuando vio la torre en ruinas trató de restaurarla. Pero ello le demandó tanto trabajo, que renunció a su proyecto. A continuación, la torre sirvió de cantera a los constructores de los alrededores, que la redujeron a un montículo informe. Sobre ella se construyó un edificio, y cuando éste se desplomó, cubrió las ruinas de la torre inicial, escondiéndola por muchos siglos.
Entre el siglo XVI y los inicios del s. XX, numerosos viajeros y exploradores occidentales fueron a Mesopotamia y se esforzaron en localizar el famoso edificio. Algunos propusieron ubicarla en Afar Quf, al oeste de Bagdad, donde antaño existió Dur Karigalzu. Otros en Birs Nimrud, donde se encuentran las ruinas de la antigua Borsippa, situada cerca de los restos de la antigua Babilonia. Las excavaciones arqueológicas permitieron establecer la verdad, descubierta su ubicación en 1913.
Las excavaciones han dejado a la vista tres escaleras, dos laterales y una central.
La tablilla del Esagil, conservada en el Museo del Louvre, copiada en el año 229 a.C. de un documento antiguo que describía el estado de la torre. De una altura aproximada de 90 m, el edificio piramidal tenía siete pisos. El último piso tenía instalaciones para el culto, adornadas con los ladrillos esmaltados azules de Nabucodonosor.

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